lunes, 30 de octubre de 2017

Visita de la Exposición del proyecto Maestros y maestras de nuestras vidas a Fuente Palmera.


Durante los días 23 al 27 de este mes de octubre, están teniendo lugar las actividades que la Exposición Itinerante desarrolla con este proyecto, dentro del Otoño Cultural que pone en marcha el Ayuntamiento de Fuente Palmera.
Tras los actos de inauguración el día 23, donde se expusieron los objetivos que pretende el evento: reivindicar la importancia del docente y de la educación en estos tiempos cambiantes, alumnado de la Colonia de Fuente Palmera, así como de las aldeas que se integran en este municipio, acompañado de sus profesores, está visitando la exposición, siendo atendido por miembros de nuestra asociación que les hacen ver los aspectos más destacados de las buenas prácticas de los docentes que se muestran en los paneles. Esta actuación se completa con la información pertinente del material educativo que acompaña a la muestra.






Un acto destacado ha sido la actividad Vivencias de la escuela, donde alumnado de la Escuela de Adultos ha expresado la huella que desde la infancia ha dejado la acción educativa, especialmente en la actualidad.

Nuestro agradecimiento a todas las personas que han colaborado para que estas jornadas hayan sido fructíferas, pues una gran afluencia de visitantes ha sido la tónica común de todas las sesiones.

Proyecto de colaboración con la Facultad de Ciencias de la Educación.

















Se está desarrollando un Proyecto de Innovación educativa con la asignatura de Convivencia en la escuela y cultura de paz, que el alumnado de 2º curso de los grados de Infantil y Primaria realiza este curso académico en la Facultad. Se trata de una acción que el alumnado debe implementar con colectivos sociales del entorno para conocer su naturaleza, objetivos y funcionamiento.

La actividad surgió a partir de la solicitud que una de sus profesoras, Eva Hinojosa, hiciera a nuestra asociación, tras haber tenido conocimiento de nuestra labor. Una vez realizados los contactos oportunos para su configuración, la actividad se plasmó en tres apartados. Se trata, en primer lugar, de dar a conocer al alumnado en el aula, a lo largo de seis sesiones expositivas e interactivas, los fines que nuestra asociación persigue. El alumnado, tras otra información complementaria, realiza una visita a una sesión de la Junta Directiva para efectuar una entrevista sobre aspectos de su interés. Por último, dos grupos de alumnado se han integrado en dos de las actividades que en estos momentos se realizan en nuestro colectivo: el taller de Recursos socio-afectivos para la vida en libertad con personas del Centro de Inserción Social y en las acciones correspondientes a la exposición del proyecto Maestros y maestras de nuestras vidas en Fuente Palmera.

Deseamos que su experiencia con nosotros cumpla las expectativas previstas.

sábado, 15 de julio de 2017

Crónica de la sesión dedicada a MANUAL PARA MUJERES DE LA LIMPIEZA de Lucía Berlín



   Ni elogio, ni empatía, ni culto, sino el efecto de una punción en el circuito neural. Sesión de células alertadas, sobrecogidas, zarandeadas, seducidas, salvo una, renuente ella. Cosas de la neurociencia, se apuntó.

   Suele ocurrir en este club, el ambiente de predisposición delata. Manifiéstate. El primer aviso, la punción: este libro nos saca de la zona de confort. Descabalga. Desgarra. Dolor en la conciencia y en la consciencia, la felicidad no dura, la libertad apunta a pies de barro, la ucronía aguijonea con su lacerante y estéril desconsuelo (a qué conjeturar sobre los futuribles del pasado), la soledad rotura todo el tramo de nuestra existencia (naces solo, mueres solo, y vivir…, pues ya te digo). Opiniones que confluían hacia una misma resonancia.

    Sí, hubo quien rechazaba tales amarguras para sí. Pero otro aluvión: ¿quién no ha palpado alguna vez soledad y desesperanza?, y más en el límite, siempre estamos solos, la soledad no se circunscribe a cuadrículas de la existencia. Un poco de sosiego, por favor: justo cuando asumes la vida comienza el drama. Parecía que con dejarlo sólo en drama… Pues no convencía del todo a la resistencia (eso de ‘buscar tres pies…’). Así que otro argumento: la vida incómoda, el sufrimiento, lo complejo en definitiva, también puede enriquecer -emocional o intelectualmente hablando, claro.

  ¿Manual para mujeres de la limpieza? Desde luego. Pero la simbología del título, tomado de uno de los relatos del libro, trasciende e impregna al resto: todo un manual de supervivencia, donde prima mantener la dignidad a toda costa.

Con los mejores mimbres. Desborda riqueza expresiva y descriptiva. Estética y lingüística, literatura en estado puro. El interés se gesta en la forma, matices y matices (metáforas imposibles o despiadadas, paradojas, golpes de efecto…) que mantienen en vilo la atención lectora. Fogonazos. Impresionismo y fovismo. La peculiaridad de narrar una vida en relatos independientes. Y esos finales tan llamativos. Apasionada tertulia que no escatimaba. ¡Hay que joderse!, diría una de los personajes de Lucía Berlín.
  
   Y el empeño del editor. Stephen Emerson, tras la muerte de Lucía, recopiló buen número de sus relatos y los ordenó y editó en este libro. Trascendente el papel del editor en muchos casos para el éxito de un valor literario, se comenta con cierto runrún. Gracias a él, ahora se está descubriendo a esta autora, y no en su tiempo.
   
   Una vida intensa la de nuestra escritora (ya anunciado en los prolegómenos del libro, lo que descarta búsquedas morbosas en internet de tal o cual calibre): relaciones de diferente encaje con músicos, escritores… y en varios países. Con el comentario de la consecuencia, la correlación ‘buen escritor-muchas vivencias’ -un clásico, ¿un mito?-. Y por aquí, la célula discordante de nuevo: demasiado complicada la personalidad de Lucía, nada atractivo que ande ‘metiéndose en charcos’. Y la réplica inmediata: la vida tiene un componente duro, particularmente en esta  mujer, que reflexiona, cuestiona… Pero lo hace de manera muy sutil, muy inteligente: en sus narraciones no opina, sólo relata, simplemente expone, sin juzgar a nadie, ni siquiera en el caso del aborto.
   
   De donde, la pregunta avizor y rodada: ¿escribe así porque tuvo esa vida? Con respuesta ad hoc: el libro no es su vida, pero su vida está en el libro. Para los asistentes a la reunión, la escritora practica la autoficción: bebe de sí misma; ella no es ella en la obra, pero lo es.
   
   Así pues, formalmente, una sola protagonista a lo largo de los relatos; pero, según la tertulia, la sombra de dos personajes más: la soledad y el tiempo. Luego, para la carpeta de obra de perdedores (sordidez, tristeza, desdicha). Pero todos tienen luz, todos abrigan una esperanza (ella misma se perdona al final, a pesar de la amenazadora presencia de los cuervos en los árboles). Elenco -¿elenco?- que sume a los contertulios en una suerte de submundo que sólo conocen desde fuera, situaciones que no han vivido -al menos, en la reunión nadie confesó que...
   
   La visión de la vida desde “el porche de atrás” (en boca de la Lucía protagonista de uno de los relatos). Reflexión y ese latido imperioso de comunicarla, el arquetipo de escritor al que responde Lucía Berlín.
   
   Lo que anuncia la Introducción pronto quedará superado por los relatos, dejándonos un libro enriquecedor, humano, genoma de sensaciones y sentimientos. ¿Cosas de la neurociencia? ¡Hay que joderse! 

Ricardo Santofimia Muñoz

domingo, 25 de junio de 2017

Crónica de la sesión dedicada a AL ESTE DEL EDÉN de John Steinbeck



Uno de los grandes logros de la raza humana es
 no reconocer algo aun conociendo su existencia
(John Steinbeck, Al este del Edén)


            Tal cual si la ínfima parte de una enésima generación de hijos de Caín tomara la palabra. Con un desparpajo que induciría a sospecha: redimirse al cabo de los milenios bíblicos. Disposición, afrontar, actitud, la sesión.

            Comenzó con calificación apasionada, “novelón”. Pero el transcurso de las intervenciones, matiz a matiz, escalonó que sí, que no tanto y algún que no.

            La obra como tal. En opinión compartida, novela clásica que deja buen poso. Lógico, un buen escritor gusta cuando se atreve con temas universales, el bien y el mal en este caso (la alegoría como vehículo). Se sucedieron comentarios por el mismo acento: sensibilidad, final magistral y, sobre todo, precisión en las descripciones, tanto de los personajes para acercarnos a su personalidad, como del paisaje para anunciar la acción narrativa.

            También se reconoció estilo fluido y abundancia de frases significativas (“mentiras piadosas” versus la verdad descarnada…). Pero a cuenta de uno y otras, también reticencias: demasiados interludios reflexivos; in crescendo, novela un poco farragosa; y, un grado más, mal estructurada por mensaje demasiado repetitivo (tres generaciones…, un exceso).

            Pero hubo reparos mayores -ya se sabe, cuando se abre una espita…-, en varias direcciones. Se cuestionó la alternancia de dos narradores, el omnisciente y el escritor-testigo (no aportaba). Un tertuliano, declarado lector de Steinbeck, le valora mejores obras, como Las uvas de la ira (en oposición a otra opinión que situaba al Edén por encima). Añádase una declaración de principios, más o menos así: “Cuando leo a un autor no espero que me diga lo que me gustaría, sino lo que le parezca; luego ya interpretaré yo, y me gustará o disentiré” -¿quiere decirse que Al este del Edén pretende tomarme la matrícula?-. Y por si fuera poco, a alguien se le atragantó la lectura, mal que bien llegó hasta la mitad, le superaba tanto naturalismo.

            Concedamos un receso -como en la novela- para despachar un par de cuestiones sobre la periferia de la trama. Tienen su enjundia. El autor pondera la presencia de colonos irlandeses en Norteamérica, a la vez que trasluce una opinión sobre los indios más que discutible. Y por otro lado, alargando más el hilo, un ejercicio de contraposición: la construcción de los EEUU y la leyenda negra de los españoles en aquel continente.

            Y sigamos. La temática en su afán alegórico, paralelismo mito bíblico-novela. Hay coincidencia, el autor explora y describe bien el alma, para ensimismar al lector en el misterio del mal, que atenaza o abruma a los personajes de tres generaciones sucesivas. Origen: la procelosa genética del bien y del mal. Y consecuencia: el hombre, al reconocerse limitado, es más consciente de la realidad. Pero como principio, la tertulia no estaba por la labor, advertía cierto maniqueísmo en las disquisiciones bueno-malo. Si bien, observa una reinterpretación del mito Caín-Abel: los ‘malos’ son los ‘buenos’, y los ‘buenos’ no lo son tanto; el quid lo sitúa el autor en una  suerte de libertad, en su posibilidad. Novela de tesis, pues, a juicio de la tertulia.

            También se interpreta como ‘novela del reconocimiento’. Dios a debate: ¿por qué no premia las supuestas buenas intenciones de Charles o de Cal? Al no premiar, Él desencadena todo el problema del mal. Más, expulsa a Cal por ‘malo’, pero no lo condena, sino que todavía le da una opción, el uso de la libertad (“eres malo pero puedes cambiar”, parece decirle).

Para la tertulia, he aquí el nudo gordiano de la contradicción de Steinbeck: no casa libertad con fatalismo (heredero del naturalismo), tan persistente en el devenir narrativo, tres generaciones sometidas a la deriva determinista. Una garra exasperante, vale. Pero el autor consigue el objetivo, situar a los asistentes, parientes lejanísimos de Caín, ante la pregunta cabalística: ¿somos realmente libres? Una respuesta enjuga cuitas: disponemos de capacidad de decisión.

Caín, transmigrado a la novela, es Charles y Katy y Cal. En los tres el mismo proceso: el rechazo que sienten de los otros les provoca ira, que desemboca en venganza, que se abismará en culpa.

Evidente la relevancia literaria de los Caínes. Los Abeles tienen una vida más igual, son nada prácticos, ensoñadores y muy contradictorios. El más representativo, Aron (se dice que va abrazando sombras). Su diferencia psicológica con Cal aparece bien marcada: Aron no es capaz de enfrentarse a la verdad. Igual que Adam, movido por su ingenuidad, abandona el ejército tres días antes de cumplir sus compromisos.

Ya queda elogiada la descripción de personajes. A las citados se suman Samuel y el chino Lee. De ellos, la tertulia se malicia puestos por el autor para representarlo a él mismo. El segundo mereció comentarios divergentes: ocupa el eje del desarrollo narrativo; aunque adolece de personaje creíble, es difícil digerir un criado con perfil filosófico, por muy aglutinador que sea; y además, su atalaya intelectual no lo blinda, contra lo que pudiera parecer, del aburguesamiento y la necesidad de calor humano.

Un mundo de hombres, plantea una opinión. Pero no sólo, se opone otra; también hay personajes interesantes de mujeres. Y, de entre ellas, se yergue la figura de Katy, magnetismo y belleza (aunque alguna descripción de dientes, orejas… no acompañe precisamente), misteriosa tendencia al mal, donde todo determinismo y predestinación tiene su asiento. Símbolo de los malos ‘condenados’ a ser malos. Y sin embargo, alguna intervención parece resistirse: Katy-Eva en algo es buena -mmm… prolija explicación.

Pero hay acuerdo: hombres y mujeres en la novela, personaje coral. Tan coral y tan redimida, o irredenta, como acabó la ínfima parte de enésima generación de hijos de Caín asistentes a la reunión.

Ricardo Santofimia Muñoz

lunes, 17 de abril de 2017

Crónica de la sesión dedicada a LA ELEGANCIA DEL ERIZO de Muriel Barbery



            Un libro especial para una sesión sustanciosa pero a párrafos, a bucles, consistente pero deslavazada, sensata pero como nerviosa, con irrupciones e interrupciones manifiestamente evitables, ¿más algo de hojarasca sobrante?

            Ya cuando la moderadora iniciaba su propuesta-marco con un `cuesta entrar en la novela´, costó, sí, pero entrar en la sesión. Primera interrupción: algo de norma de biblioteca municipal sobre entrega y recogida de libros.

            Superado el escollo, la intervención sugirió canales para la valoración crítica (con alguna que otra cuña-calzador espontánea). Uno, la carga reflexiva del texto, con su casi extenuante presencia de frases muy significativas, de donde inferir, por ejemplo, la facultad de manipularnos a nosotros mismos para eludir la vida real. Y de lo particular a lo general: libro para volver a leer, recuperar buena parte de sus mensajes y hurgar en ellos. Dos, los personajes, sombra y desconcierto: no se encuentran a sí mismos, salvo el japonés posiblemente, lo que orienta el foco a… Tres, la autora: toma partido por los inteligentes, menosprecia a los torpes excepto a la amiga.

Ahh, la autora, a lo largo de la novela pone en valor todo su acervo cultural y, quizás por ello, destila una ironía ácida. Otra interrupción: alguien, en vez de hacer mutis por la puerta, anuncia su necesidad de ausentarse, saludos y nada, nada, no te preocupes.

Con el corte, un giro en el debate: ¿verdaderamente La elegancia del erizo es una novela?, ¿o un ensayo?, ¿o mezcla de ambos? Instante en suspenso. Quien lo planteaba hacía ojitos de pregunta retórica, pero aventó dudas, y se orearon, más sin orden que concierto: las familias de Grenelle 7, su historia, el argumento, pretexto para las disertaciones de la escritora. ¿Sobre qué temas?: la salvación por el arte; o crítica a la burguesía; o cuestionamiento de los postulados de la revolución francesa, para lo que fragua dos grupos bien diferenciados hasta que, sin embargo, interactúan personajes de uno y otro.

Así, los personajes a debate -dieron tanto que hablar-. En una primera aproximación, adultos versus jóvenes, se interpretaba: los adultos, cuando descubren al fin el sentido de la vida, engañan a los hijos, y así sucesivamente. O al menos lo intentan, precisa otro apunte, porque las reflexiones y actitudes del personaje de la niña tienen más sentido que la lógica de los adultos. Encuentros y desencuentros al servicio, según la tertulia, de una novela filosófica con jugoso sentido del humor, donde los personajes se salvan por el arte y la amistad.

Se coge al vuelo el hilo de la amistad para poner la lupa en el personaje de Manuela: su detalle muy francés, siempre iba con un presente a sus charlas con la portera. No hay irrupción que por bien no venga. Por fin, la portera en el bisturí de la tertulia. Se suceden varios comentarios tipo torbellino: es un personaje forzado, como la niña, como todos; se aísla, o la sociedad la encierra; los porteros, como conocen la vida de su comunidad, creen conocer la de todos los demás.

Cual búsqueda de explicación quizás, se vuelve la vista hacia la autora. Nacida en Casablanca, afincada en Francia, y poco más. Se especula con su impronta de inmigrante como caldo de cultivo de una supuesta revancha antiburguesa, también con sus gustos por la cultura japonesa evidenciados en la novela. Datos, más datos, desenfunde de móviles, consultas a internet (¿hojarasca?) y una información certera: nació en el 69.

Hay acuerdo: volvamos al libro. Pero cierto atasco… cómo retomar… Sí, estooo… es novela porque tiene desarrollo argumental…, pero en la película se aprecia mejor que en la novela…, además, en la novela los personajes secundarios aparecen bastante desdibujados…, causa impacto desde luego, pero la portera cae fatal… Nuevos minutos para situar a la protagonista en el eje de la controversia. No encaja su bagaje intelectual en la piel de un personaje humilde en una colmena de poderosos; y además, su relación con el japonés se antoja propia de melodrama.

Y sin embargo, se replica, un libro con premio de la crítica y un millón de ejemplares vendidos en tres meses... Y se abunda en bondades: los personajes, muy caricaturizados, vale, pero coherentes. Aunque también se intenta contemporizar: seguramente libro perfecto con cien páginas menos, los escritores jóvenes tienden a verter en sus textos todos sus conocimientos. Nueva interrupción: alguien pide que se le entregue ya el próximo libro de lectura, un compromiso obliga su retirada inmediata de la tertulia.

Por este lapso se coló una intervención que llevaba tiempo esperando. Comenzó por percibir que la novela destila existencialismo. Catalogó a las protagonistas, la portera y la niña, como personalidades paradójicas rayanas en el esperpento. Redujo los personajes secundarios a simples instrumentos para construir un mínimo argumento al servicio de las ideas. Y terminó por hacerse eco de cierta animosidad: apabulla tanto nivel intelectual. Y otra interrupción más: unas personas ajenas a la tertulia parecen decididas a entrar; pero, ah, perdón, nos hemos equivocado de sala.

Sigamos. En la recta final de la reunión, la trama y la autora. Ergo la novela tiene trama. Y se justifica, más o menos así: la autora crea unos personajes, los relaciona en una trama y `dice cosas´ (entiéndase, literariamente hablando), algunas banales, genéricas, como el desprecio de la burguesía por los demás; pero otras con sesudas y atractivas definiciones o calificaciones. Ah, y que no se olvide, su interés por la cultura japonesa.

Aquí se removió la tertulia como para dar por concluida la sesión. Pero un momento. Un contertulio habitual, ausente hoy, se había tomado la molestia de transmitir por escrito a los demás sus consideraciones sobre el libro. Aun a riesgo de pósit sobrepuesto, procedía su atención: -en resumen- la novela evoca el mito de Cenicienta y la filosofía epicúrea a través del conocimiento (más o menos).

¡Madre mía! Ya digo, a párrafos, a bucles.

Ricardo Santofimia Muñoz.