jueves, 8 de diciembre de 2016

Crónica de la sesión dedicada a BAJO EL MAGNOLIO de Marina Mayoral



              Según se desprende de la novela, el magnolio es árbol exótico, veleidoso, grácil, de sueño perdurable, fanal de la alegoría. Pero a la reunión le costó acomodarse bajo él.
            Primero porque la sesión, que inauguraba temporada, ralentizó sus comienzos con algunos previos ineludibles y cordiales, como el saludo entre compañeros que no se veían desde meses atrás, o las incidencias habidas en el suministro de ejemplares de este libro al grupo. Y además, la presentación de Lola Alonso como nueva persona encargada de la coordinación del Club. Ésta manifestó ante todo su agradecimiento a la labor de su antecesor, José Antonio Ruiz, que no sólo puso en marcha el Club, sino también lo ha dotado de organización y alimentado su consistencia intelectual y crítica durante estos años. Los presentes rubricaron con un cariñoso reconocimiento -al que este cronista se sumó y particulariza aquí especialmente-. Años fructíferos que, para la nueva coordinadora, suponían el estímulo y el reto de mantener la línea, cuando no el modelo de José Antonio.
            Tras lo cual, ahora sí, se situó Bajo el magnolio. Pero no para cogerlo por las hojas, sino por el tronco. Y lo zarandeó. Y sobre la tertulia cayeron la forma expresiva, el aviso de dependencia argumental, las incursiones costumbristas, la técnica narrativa, el baño de emociones (el amor como señuelo cimero) y la eventual pedrea de libro prescindible.
            Los riesgos de los libros que se someten o son sometidos al juicio de un Club de Lectura avisado y crítico: unos gustan más, otros menos (algunos nada). Verbalizada ya la noción de `prescindible´, los contertulios se aprestaron a manifestar sus criterios, que traían interiorizados en gran medida por esa deriva.
Como primera providencia, a lo largo de la reunión se vino a significar que, en fin, que no se trataba de echar leña sobre el magnolio. Se reconoció, sin oposición, que estaba bien escrito, correcto. Pero esto no orillaba dudas.
            Tampoco ayudaba que el argumento conectara con un libro anterior de la autora -según información aportada en la reunión-. Al respecto, se barajó una dependencia excesiva. Por ello, y a pesar de la promoción editorial de este y aquel como independientes, la tertulia calibró: quizás la lectura del primero habría arrojado mejor comprensión de este segundo.
            Acaso el telón de fondo propiciara algún hilván con la peripecia vital de los personajes: la vida en un pueblo gallego de época. El costumbrismo siempre asegura resultados; por genérico que sea, sitúa al lector -más si éste, alcanzada cierta edad, echa la vista atrás-: la figura del maestro, el padre-marido que acompaña (¡acompaña!) a mujer e hijos a misa, los niños bien arregladitos… Sin embargo, tan sólo obtuvo de los presentes un par de citas, y sin más ánimo que acusar recibo de su presencia en la obra.
            Mejor suerte corrió la técnica narrativa, por lo menos en cuanto objeto de análisis. El monólogo interior. Impregna de tal modo el desarrollo de la historia que suscita posiciones diversas o controvertidas o matizadoras. Desde quien nadaba en un escepticismo inicial (el recurso se le antojaba más cliché que instrumento para atrapar al lector) y luego guardaba la ropa como posible acierto. O los extremos: uno con el convencimiento de que el uso del monólogo interior justificaba todo, desentrañaba los sentimientos del protagonista, lo que seducía la atención lectora; pero, para el lado opuesto, la historia, contada así, peca de superficial, desprende cierto tufillo de falsedad y, por tanto, no logra dotar de fiabilidad al personaje.
            De modo que no, no hubo enmienda a la totalidad. Como se dijo en la reunión, el libro aporta “cosillas”. Por ejemplo, un logro técnico, atractivo, la esporádica irrupción, estratégica, del monólogo directo de Laura, que marca o resitúa o inquieta u hostiga el flujo narrativo del monólogo interior dominante, el del protagonista, Paco. Como también se ponderó la presencia indirecta de la escritora cuando éste la interpelaba.
            Paco en el presente, Laura desde el pasado, la escritora mediante. Una novela de emociones, soslayando los defectos más o menos salvables, donde prima la ternura -que a veces no justifica, pero nubla el rigor-, tanto hacia aquel tipo de vida tan encorsetada como hacia el personaje mismo.
            Un sentimiento que pretende calar los poros del lector. Porque Paco, aun a duras penas, llega a conceder errores o fallas en su particular ¿martirologio? amoroso.
            Tres relaciones, ¿tres amores?, se plantea la reunión. El concepto de amor como pulsión sentimental instintiva necesitada de reciprocidad, ¿el mismo puede simultanearse hacia tres mujeres sin merma de algún déficit? La tertulia se movió entre dos tipos de intervenciones -sin que este cronista se atreva a precisar cuál resultaría predominante-. Por un lado, no; el amor así entendido sólo puede sublimarse en una sola mujer durante un mismo período. Pero por otro, bueno; las justificaciones de Paco aportarían explicaciones suficientes y convincentes para cada una de sus tres  relaciones, para una concepción más genérica del amor, para una variedad de manifestaciones.
            No obstante, la carga del análisis todavía avanzó una línea más: Paco y Laura, dicotomía de actitud ante la vida, el amor como polea de furias en tracción dislocada. Él la quería, ella se dejaba querer. Él es convencional (se casa con la guapa), ella da un salto a la modernidad. Pero él resulta más acertado en su decisión; ella terminaría haciendo lo mismo que él ((expansiones… ¿amorosas?), e incluso busca en él cubrir sus carencias afectivas. Por aquí afloró una vacilación: para parte de los contertulios, los personajes no resultarían tan planos como se podría presumir en principio.
            Por lo demás, cuando ya la tertulia embocaba sus postrimerías, una intervención enjugaba y conjugaba criterios en torno al tema de la novela. Antes había merecido algún que otro comentario suelto sobre su actualidad y la inquietud que pudiera generar, sin precisar en qué ni por qué. Pero ahora sí que se abordaba; aunque con una premisa, discriminarlo del argumento. Salvado el escollo, el tema se erigía en lo único que se salvaba del batolaje narrativo: la irreversibilidad de algunas decisiones (causas y, sobre todo, consecuencias).
            En el cómputo global, magnolio…, digo… libro, ¿prescindible?

                                          Fdo.: Ricardo Santofimia Muñoz.